Vigilante estoy en las orillas del universo
En los arenales que hablan del fin de la sequia
Mientras las sienes de las letras disienten
Y advierten que no serán más esclavas de la obesidad romántica
Mis ojos viscos corrigen su mirada
Y son arrancados de un pellizco para poder mirar de distinta forma, con distintos aires
Mis arterias contaminadas de grasa y llenas de sangre fluorescente
Son perforadas con aguijones de alacranes blancos
Provocándome una hemorragia salvaje, imparable
De versos obscenos: “clasificación C”
Orgásmica inspiración de arcas fugaces
Que asalta mis noches y viola a mis palabras
No dejare más cabos sueltos
Atare mis ideas en las sucias banquetas
En los congales sagrados
En los puestos de tacos de 5 x 15 pesos (de carne importada)
En el tráfico reacio y pudoroso
En tu caminar nauseabundo
En mi delirio constante
Escucho voces como mi tío Jorge, que me dictan realidades prostituidas, calculo diferenciales esquizofrénicas que me cortan los brazos, las piernas y me extirpan el corazón de sangre coagulada al borde de la histeria, experimento convulsiones incendiadas en espejos reversibles que reflejan mis dientes amarillos y mis manos delgadas, según algunos: de pianista.
Visión 60/60
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